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Te invito hacer un viaje por el
tiempo, como dos bits aborda conmigo el bus temporal, me ha tomado algo de
tiempo construirlo, además de la morralla que traía en el bolsillo recuerda que
no hay nada que unas pinzas, un desarmador y un trozo de chocolate no puedan resolver,
solo hizo falta modificar algunos circuitos de una vieja tarjeta madre que
recolecte del vertedero de basura electrónica cerca de aquí. Cierra por un
momento tus ojos y eleva tu mente [presionaré el botón de encendido] prepárate
para trasladarte a un mágico rincón en la casa ubicada en el número dos de la
calle Mártires de Chicago, vamos a conocer la historia de un pequeño de 8
años, de padre mecánico y madre dedicada
al hogar, ahora puedes abrirlos somos parte de una contemplación espectral en
la línea del tiempo dentro de la cuarta dimensión, no tengas miedo no corres
ningún peligro mientras no abandones el dispositivo temporal todo saldrá bien, es
el año mil novecientos ochenta y tantos. Es la época en la que cuatro fantasmas
de colores te persiguen por un laberinto sin salida, motivo por el cual te
quedas con el cambio de las tortillas, en donde cada domingo suena a lo mismo,
y da inicio algo a lo que los adultos llaman neoliberalismo acompañado por la decadencia
del petróleo en los mercados internacionales encabezados por un tal Miguel de
la Madrid le parten su madre a este país, muchas personas pierden su empleo, pero
un gol de un tal negrete quien no es cantante los llena de esperanza, la caída
de un pueblo en desgracia nos une como hermanos, efectivamente cuando unos
zombis bailan a ritmo de pop. Ten cuidado con ese florero por poco lo tiras [se
estremeció] no es muy fino pero es el favorito de mamá [aunque no sé porque nunca pone flores
en el]. En aquella esquina de allá sobre el tapete esta recostado un pequeño
joven lleno de miedo e incertidumbre, [sus padres han vuelto a discutir] no
temas no puede vernos, ¿Escuchas el susurro? yo también, es como el solo de una
batería que emana de sus audífonos, está soñando, imaginando…
Sabes viaje más atrás en el
tiempo hace unos días mientras cruzaban la calle del centro histórico de la
ciudad de Oaxaca de Juárez, de la mano de su padre [Una mano áspera y
maltratada por el arduo trabajo que en esos días escaseaba, era cálida y reconfortante sin dudar]. Un
vehículo que entorpecía la circulación de otros, llamó su atención. Era conducido por un grupo
de jóvenes a quienes llamaremos Júniors por llamarles de alguna manera. -¿Qué
pasa chavos? preguntó el padre del niño.
-Esta chingadera Don ya no quiso jalar respondió uno de los jóvenes. -Haber
chavo dame chance exclamo el señor mientras dejaba a su niño sobre la banqueta -No
te muevas hijo [si te concentras lo suficiente aun podrás escuchar su voz]. El
Don como lo habían llamado se dio a la tarea de revisar el motor de su carro,
en su bolso [un morralito] unas pinzas un desarmador y un trozo de chocolate fueron
suficientes [algo que me parecía muy familiar] para permitirle encender
nuevamente el vehículo, de seguro te estarás preguntando [pero no me preguntes,
no lo sé, tenía 8 años] -Listo chavos
como nuevo mientras daba algunos acelerones desde el carburador -Mi jefito gracias
como podremos agradecerle. -No se preocupen chavos no es nada, cualquier persona con el conocimiento
adecuado podría haberlo hecho. -No jefecito como cree, le estamos agradecidos
mire para su chavito quitándose unos audífonos que se conectaban aun reloj que
traía. Eran los ochentas. La circulación se restablecía nuevamente. Ese día el
pequeño joven de nuestra historia aprendió una gran lección. Le contó a su madre lo orgulloso que se
sentía, él también quería reparar cosas como su padre y su abuelo. Desde aquel día
tirado sobre el tapete de la sala cuando las cosas no iban muy bien escuchaba
la radio en su reloj, en ese mágico rincón, llenando de esperanza su corazón, soñando, imaginando que
un día las cosas fueran mejor. Un solo de batería y el requinto de una guitarra
que a la letra decía algo como: “soy, un chico de la calle…“ que estoy seguro
lo acompaña hasta hoy día, lo apartaban del temor de una sociedad en decadencia
y la incertidumbre por un futuro mejor…! Mientras un florero se estremecía.
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